Muchos dirán que mi instinto buscador
despedazará cualquier esperanza
de estabilidad moralista,
cualquier discreta posibilidad de asentamiento
y belleza.
Otros querrás convencerme
del monstruoso terror de los bosques,
del peligro de las montañas,
del placer de la vida llana y cierta; de pies con amarras y vida dormida.
Tal vez algunos miren con desprecio mi soñar,
o besen alocadamente mis manos
deseando fundirse.
Yo mutaré una y mil veces más.
Tal vez me lleve tiempo entender la quietud,
quizás nunca me amarre los cordones a las zapatillas,
o me funda en el tiempo de los que ruedan
por caminos.
Pero hay algo que nadie podrá arrebatarle a este alma:
el deseo de paz
que me lleva
más allá.
Jamás atraparán mis
sueños
en la ficción
de la comodidad
y del destierro
del amor
que es lo único que llevo
conmigo.
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