Puedo amarrar en mis labios las palabras que inspiras,
puedo condenarte al exilio y olvidar hasta el rasgo mas
burdo de tu rostro.
Puedo endurecer mi alma y jugar en la vida
como mi única aliada.
Puedo intentar conocer el mundo,
vagar sin rumbo, interrumpir mi paso
o no animarme a sobrevolar el cielo.
Podríamos volvernos íntimos cómplices
de nuestras ganas y enemigos de nuestros deseos.
Podría tatiarme al filo de la piel,
una insignia con tu nombre.
Tal vez llegara a comprender la inteminable
sabiduría que hay en cada gesto...
Tal vez podría conseguir todo lo
que siempre he soñado y dejarlo todo
por contemplar el temple de tu mirada.
Podría aceptar que me enamoro de
ilusiones, que no comprendo de razones,
y caer en la cuenta, de que, en fin, mi vida
es caprichosa y apasionada.
Puede que nunca te cuente lo que tengo en
mente -tal vez hace tiempo mis actos
perdieron la cordura-
Puedo conformarme con menos que nada,
como hace un instante que sonreí sola
al recordar tu mirada.
Cuando crezca la nostalgia, estallen las ansias,
y ya no queden más ilusiones, puedo aferrarme
una y mil veces más a la idea que me mantiene viva,
renacer y seguir luchando, a pesar de que mucho tiempo
atrás haya comprendido que el juego no tiene fin.
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